Alejandro Martínez, un capitán que vuelve a la Liga EBA

33 años. 2.03 metros de altura. Cifras que definen dos de los valores de Alejandro Martínez: experiencia y talento físico. Pero la altura de Martínez también se refleja en su forma de trabajar, y eso lo ha convertido en el capitán del Inmobiliaria Gálvez Santa Cruz en su vuelta a la Liga EBA.

Debuta el domingo 16 de octubre, a las 19.00 horas en el Pabellón Quico Cabrera, y lo hace con “mucha emoción, concentrado y preparado”. Es consciente de que por delante hay una temporada larga y dura, pero “tenemos un equipo con bastante ilusión, con muy buena química”, asegura Martínez.

Entrenan todos los días, robando horas a su día a día, y eso hace imprescindible la labor de un capitán. Más allá de forjar un equipo, hay que hacer grupo y en eso Martínez es un valor seguro. “Ha sido un grupo bastante sencillo de capitanear”, dice. “Hemos tenido cero problemas; las nuevas incorporaciones se han integrado muy bien y el trabajo como capitán ha sido mucho menos que otros años. Me lo han puesto fácil”.

Promete el capitán que el domingo “vamos dispuestos a luchar”, lo que nos asegura no solo buen baloncesto sino el espectáculo que genera la plena implicación en la cancha. Para animar a los aficionados a asistir al Quico Cabrera, Martínez lo deja claro: “se van a encontrar un equipo con muchas ganas de dar la batalla hasta el último minuto y de estar con nuestros seguidores”. 

“El Santa Cruz y yo somos uno”

Alejandro Martínez ha madurado en el seno del Club Baloncesto Santa Cruz. Uno de esos chicos a los que Pepo Báez se refiere cuando afirma que “este es un club en el que vemos crecer a nuestros jugadores”. Y es que empezó en el Santa Cruz en minibasket “cuando entrenábamos en el colegio Salamanca”.

Año tras año ha evolucionado como persona y como deportista, aprendiendo que el C.B. Santa Cruz no es solo baloncesto: “el Santa Cruz y yo somos uno; me han inculcado muchos valores desde niño y he conocido a muchos compañeros de batalla. He aprendido mucho”.

Su vinculación con el club va más allá de la temporada regular. Martínez era uno de los que no se perdía los campus de verano del club. Como él mismo reconoce, “asistí a todos hasta que me dijeron que ya no podía ir más como jugador. Y empecé a ir como monitor”.

Se ríe con nostalgia recordando esa época porque reconoce que “no sé cuál asistencia fue mejor; como monitor pasé momentos increíbles, y pude estar más atento a lo que se enseñaba. Se aprende mucho de los entrenadores invitados, conocer muchas experiencias, … Y esas son vivencias que recordarás toda la vida”.

 

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